diferencias autonomo y sociedad limitada
Autónomo o sociedad: ¿qué te conviene más en 2025?

Cuando alguien decide emprender, una de las primeras dudas que surgen es: ¿me doy de alta como autónomo o monto una sociedad? La respuesta depende de muchos factores: el tipo de negocio, tus ingresos esperados, si vas a trabajar solo o con socios, o cuánto riesgo estás dispuesto a asumir.

¿Qué diferencias hay entre autónomo persona física y sociedad?

El autónomo persona física es la forma más rápida y sencilla de empezar. En apenas un día puedes darte de alta en Hacienda y la Seguridad Social, y comenzar a facturar. No hay capital mínimo, ni notaría, ni papeleo complejo. Todo depende de ti. Sin embargo, la parte menos amable es que respondes con tu patrimonio personal ante cualquier deuda o problema, aunque existe la figura del emprendedor de responsabilidad limitada que protege la vivienda habitual en algunos casos.

En cambio, montar una sociedad limitada implica crear una persona jurídica independiente. Es decir, la empresa tiene su propio “DNI” y su patrimonio separado del tuyo. La gran ventaja es que solo respondes con el capital aportado, no con tus bienes personales. Además, desde la Ley Crea y Crece, el capital mínimo puede ser de solo un euro, lo que ha facilitado mucho su constitución.

En cuanto a impuestos, los autónomos tributan en el IRPF, lo que significa que cuanto más ganan, más pagan, con tipos que pueden llegar hasta el 47%. Las sociedades, en cambio, tributan en el Impuesto sobre Sociedades, con un tipo general del 25% y una bonificación del 15% para los dos primeros ejercicios con beneficios. Por eso, cuando el negocio empieza a crecer y genera beneficios estables, la sociedad puede ser más rentable fiscalmente.

También hay diferencias en la cotización. Los autónomos cotizan en el RETA según sus rendimientos reales, con un sistema más flexible. Los socios administradores de una sociedad también cotizan en el RETA, pero con una base mínima algo más alta. Si la empresa tiene trabajadores, ellos se integran en el Régimen General, como en cualquier otra empresa.

A nivel de gestión, ser autónomo resulta más sencillo. Basta con llevar un registro de ingresos y gastos, y presentar los modelos trimestrales de IVA e IRPF. Una sociedad, en cambio, requiere contabilidad formal, presentación de cuentas anuales y más obligaciones fiscales. Eso sí, transmite una imagen más profesional y sólida, algo que puede ser decisivo si buscas crecer, colaborar con otras empresas o atraer inversores.

En definitiva, si estás empezando y tu proyecto aún es pequeño, empezar como autónomo puede ser la mejor opción: rápida, económica y sin complicaciones. Pero si tu negocio ya factura con regularidad, planeas contratar personal o necesitas proyectar una imagen más estructurada, la sociedad limitada te ofrecerá más ventajas y seguridad a medio plazo.

En Afianza | Alfyr ayudamos a emprendedores y pymes a tomar esta decisión con tranquilidad, analizando cada caso y explicando con claridad qué implica cada opción. Porque más allá de los números, elegir bien desde el principio te ahorrará tiempo, dinero y muchos quebraderos de cabeza.

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